martes, 20 de septiembre de 2011

EL OÍDO DE TU BEBÉ (OBSERVACIÓN Y PREVENCIÓN)

El oído de los bebés. Bebé con mano tras la oreja
¿El sistema auditivo de tu bebé se está desarrollando correctamente? (observación y prevención)

Ninguna mamá duda de la importancia que el sentido del oído tiene en el desarrollo del bebé. El niño necesita una saludable facultad auditiva para poder hablar, entender y mantener una correcta comunicación con los demás.
En la actualidad, los profesionales de la medicina cuentan con instrumentos y procedimientos adecuados para realizar un diagnóstico precoz de cualquier anomalía en la audición, pero también una mamá bien informada puede colaborar observando a su bebé y realizándole sencillas pruebas que permitirán poner sobre aviso al médico pediatra.

Observación cotidiana


  1. En sus primeras semanas de vida, lo normal es que tu bebé se despierte cuando a su alrededor se produce un ruido fuerte, como por ejemplo un portazo o el timbre estridente de un reloj despertador.
  2. Cuando ya ha cumplido 2 meses de vida, el bebé que oye bien muestra tranquilidad y sosiego cuando escucha sonidos familiares a su alrededor, y concretamente al escuchar la voz de su mamá.
  3. Entre los 7 y los 9 meses, el niño ya es capaz de reaccionar ante sonidos suaves. Si su sentido del oído se está desarrollando correctamente, será capaz de girarse en dirección a la persona que le habla en voz baja a su espalda.
  4. Cuando cumple su primer año de vida, ya puede reconocer su propio nombre y eso implica que atenderá cuando alguien lo llama.
  5. Aunque puede haber diferencias en cuanto al momento en que el bebé empieza a hablar, lo normal es que alrededor de los 12 meses ya sea capaz de pronunciar palabras relacionadas con el ámbito familiar.

Es importante que los padres pongan en conocimiento del pediatra la existencia de cualquier factor de riesgo que implique la necesidad de una exploración preventiva especial en el sistema auditivo del bebé. Algunos de esos factores pueden ser:

  • Sordera congénita en algún familiar directo.
  • Padecimiento de toxoplasmosis o rubéola durante el embarazo.
  • Que el feto hubiera padecido falta de oxígeno durante el parto.
  • Que el bebé hubiera tenido que tomar medicamentos para determinadas enfermedades que pudieran implicar como consecuencia, algún riesgo para el correcto desarrollo auditivo.

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