miércoles, 9 de septiembre de 2009

EL VINO Y SUS EFECTOS SOBRE EL CORAZÓN


Botella de vino sirviendo en copa

Efectos del vino sobre el corazón


El siguiente informe fue realizado por el Dr. Carlos D´Angelo.

En la creencia popular existen diversidad de correlaciones entre la salud y el consumo de diferentes productos, no estrictamente medicamentos, cuyas propiedades se recomiendan con fines específicos. De hecho, gran parte de los fármacos utilizados en la actualidad derivan de este tipo de sustancias, presentes en la naturaleza, y que primitivamente se consumieron en infusiones y tisanas.
En el caso del vino, a pesar de ser una bebida tan antigua como extendida en su consumo, no fue sino hasta las últimas décadas en que la medicina comenzó a ocuparse de ella, atribuyéndole efectos beneficiosos sobre la salud.
Médicos e investigadores de diversos lugares del mundo han reconocido en la piel de la uva utilizada para la confección del vino tinto, la presencia de una sustancia con efectos beneficiosos para la salud, previniendo enfermedades cancerosas y cardíacas.
El análisis de estos efectos saludables no llevó a conclusiones siempre coincidentes, pues si bien no se discute el efecto beneficioso, y se distingue del consumo de otras bebidas alcohólicas, fermentadas o destiladas, algunos entienden que se deben a efectos asociados al consumo de vino, y no al vino en sí mismo. Sería el nivel psico-intelectual, y las relaciones sociales de la población consumidora de vino, los verdaderos responsables de un mejor standard sanitario, que determina un menor riesgo de enfermedad.

El efecto cardioprotector del vino

En opinión del Dr. Valentín Fuster, un prestigioso cardiólogo español que dirige el instituto cardiovascular del Hospital Mount Sinai de Nueva York, el efecto beneficioso del vino se encuentra como específico en la bebida misma, más allá de la influencia de otros factores que le van asociados. Llega a comparar incluso el efecto cardioprotector del vino con el del ácido acetil salicílico, siendo conocido que éste, llega a reducir hasta en un 30% la enfermedad cardiovascular. El investigador señala que no existen para el vino tantos estudios prospectivos como para el ácido acetil salicílico, pero que de haber existido, éstos permitirían confirmar que el vino llega a reducir hasta en un 11%, el riesgo de enfermedad coronaria.
Las afirmaciones del Dr. Fuster se ven refrendadas por las de un grupo de investigadores británicos, quienes en un estudio publicado por la revista "Nature" analizan los mecanismos biológicos involucrados en la prevención de diferentes enfermedades, y fundamentalmente las cardiopatías. Se trata de estudios llevados a cabo en la Queen Mary University de Londres, en los que se concluye que los polifenoles, (sustancias aisladas de la piel de las uvas utilizadas para elaborar vino tinto), disminuyen la producción de endotelina-1, que es una proteína que produce vasoconstricción, y juega un rol protagónico en el desarrollo de enfermedad cardíaca. Se trata de conclusiones que confirman y refuerzan los efectos cardiovasculares beneficiosos ya previamente conocidos, respecto a las acciones antioxidantes de los polifenoles.

No más de dos copas diarias

Otro grupo de investigadores, integrantes de la American Heart Association, estiman que es necesario subrayar que las recomendaciones que han de llegar a la población, deben destacar fundamentalmente los beneficios del ejercicio físico y del consumo de frutas y verduras, antes que del vino. Se basan para sostener esta posición, en que las evidencias acerca de los efectos beneficiosos del vino no son totalmente concluyentes en cuanto a su mecanismo, existiendo en cambio evidencias estadísticas que asocian los beneficios con factores relacionados con el estilo de vida, antes que con el vino en sí mismo. Por el contrario, subrayan el efecto pernicioso del consumo excesivo.
Es respecto a este último punto de vista donde parece haberse alcanzado el consenso, ya que el antes citado Dr. Fuster señalaba recientemente, que el consumo del vino debe ser "moderado", no superando un máximo de dos copas al día, para evitar que sus efectos beneficiosos específicos, sean anulados por los daños que en forma genérica causa el alcohol. Cabe plantearse la duda, acerca de si la población general será capaz de realizar un consumo controlado y limitado, consiguiendo vencer la tendencia que el propio alcohol produce.

Lectura recomendada:

Cómo servir el vino, temperatura, uso de las copas y otros conceptos básicos

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