No ha habido en el mundo una perrita tan inteligente, comunicativa, generosa y leal como lo ha sido Michy.
Sin embargo, su vida no resultó nada fácil, y ésta es, desafortunadamente, una triste historia de amor y soledad.
Michy, la perrita que lo ha perdido todo
Historia escrita por Myriam Alpuín García, Uruguay.
Michy nos cuenta:
Vi cómo se alejaban en un vehículo muy grande. Se habían marchado sin mí.
Quizá nunca volvería a verlos. Era mi familia… y ya no estaba.
Quedé sola en aquella casa cerrada.
No podría entrar a mi hogar como cada noche. En realidad, ya no tenía un hogar.
Permanecí inmóvil durante mucho tiempo, esperando…
Quizá regresaran por mí. Seguro se habían equivocado. Sí, tal vez eso era, un error.
Ellos me querían; me querían mucho, y yo a ellos.
¡No podían abandonarme!
No sé cuántas horas transcurrieron, pero fueron largas.
Sentí frío… y hambre, pero no me movería de allí.
No podía hacerlo. ¿Y si volvían? ¡No sabrían dónde encontrarme!
Tenía que resistir.
Se ocultó el sol y salió de nuevo.
Finalmente lo recordé:
Ella, la madre, me lo había dicho…
Dijo que debían marcharse.
Su hija mayor había enfermado. Era necesario mudarse a la capital; a un apartamento donde convivían muchas personas, entre ellas una niña pequeña… Allí no había lugar para mí.
Sé que me habría llevado con ella de haber podido hacerlo.
La vi llorar mientras se alejaba.
El niño tampoco quería marcharse.
Entonces tuve que aceptarlo:
Mi familia jamás regresaría…
Me costó mucho comenzar a andar.
Miré hacia el mar, el mismo que tanto nos gustaba, pero que hoy se veía diferente.
Haría mi acostumbrado paseo por la playa, pero esta vez, sola.
“¡Michy!, ven aquí, perrita”. Una voz que me resultó familiar me llamaba desde el otro lado de la calle.
Corrí torpemente a su encuentro, aunque no se trataba de ella, sino de su hermana, que vivía frente a nuestra casa y había regresado por fin de sus vacaciones.
“A partir de ahora vivirás conmigo”, dijo, al tiempo que abría la cerca vecina, esperándome.
Me quedé en su hogar durante varios meses, pero no soportaba ver todo el tiempo la que fuera mi casa, cerrada y tan sola como yo me sentía desde aquella tarde.
Por eso una mañana decidí escapar para buscar a mi familia.
Todavía no la encontré, aunque anduve mucho tiempo.
Estoy muy vieja ya… y muy cansada.
Tal vez nunca los encuentre y muera en el camino.
Prefiero morir buscando mi destino a esperar que la muerte me encuentre sin haberlo intentado.
Mi paso es más lento ahora.
Debo detenerme a descansar muy a menudo… pero al final, sigo andando…
Myriam Alpuín.
Lecturas y videos recomendados:
Carta para un perro perdido (video inspirado en una perrita llamada Mimi)
No me apagues la luz (relato de Poldy Bird)
Historias para sentir, pensar y reflexionar
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